Honduras experimenta a partir de 2022 una nueva etapa de vida constitucional, que destaca primordialmente por la substitución de un gobierno con matices dictatoriales e influenciado por grupos vinculados al narcotráfico, en el que proliferó la falta de eficiencia en la ejecución del gasto público y la corrupción desbordada, que incluso llevó a que el país, de acuerdo al Índice de Percepción de Corrupción 2022 , se ubique en la posición 157 de 180 países del mundo, dentro del cuartil de naciones más corruptas del planeta (IPC, 2023).

 

El cambio de mandato produjo el advenimiento de un gobierno electo democráticamente, comandado por Iris Xiomara Castro Sarmiento, quien ha señalado su aspiración de lograr la recuperación del bienestar que la sociedad hondureña ha perdido sistemáticamente y que ha motivado el flujo permanente de hondureños hacia el resto del mundo, especialmente hacia Estados Unidos y Europa, en lo que puede catalogarse no solo como un problema de tipo social sino en una real emergencia humanitaria, vinculada a la falta de oportunidades de trabajo en el mercado interno y la violencia rampante en el país. Como tal, en su esfuerzo, el nuevo Gobierno deberá encaminarse en la búsqueda de la suficiencia fiscal, sin descuidar la sostenibilidad de largo plazo de las finanzas públicas.