Más inflación, menos poder adquisitivo
Los impactos de la inflación para Guatemala, El Salvador y Honduras han sido evidentes para la población.
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Desde 2022, la economía global viene sufriendo un incremento de la inflación, derivado del aumento de los precios de materias primas, en su mayoría asociado a la guerra entre Rusia y Ucrania, en un contexto de tensión geopolítica sumamente delicada. Asimismo, se dieron brotes de nuevas variantes del COVID-19, que siguieron afectando a economías como la china, impactando las cadenas de suministros. Otra situación que abona a la crisis es el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales, provocado por los incrementos de las tasas de interés de política monetaria, como medida para controlar la inflación, pero con efectos negativos en el dinamismo del crecimiento económico. Algunos organismos internacionales de crédito manifestaron su optimismo por una recuperación de las economías en 2023, sin embargo, los efectos inflacionarios perduran y están limitando las condiciones mínimas de bienestar a millones de personas.
Los impactos de la inflación para Guatemala, El Salvador y Honduras han sido evidentes para la población. Se han manifestado en una creciente pérdida del poder adquisitivo de las monedas, con impactos preocupantes en la población con ingresos por debajo del costo de la canasta básica alimentaria. Algunas autoridades han respondido incrementando las tasas de interés de política monetaria, como en el caso de Guatemala, o bien, incorporando subsidios a bienes diversos para mitigar los incrementos en los precios al consumidor final. Lamentablemente, las actuales condiciones inflacionarias son causa de factores exógenos, para las que estas medidas de política monetaria o fiscal no siempre son efectivas. Esto, porque no atienden los efectos internos en las economías, y tampoco solventan la situación exterior.
Las condiciones inflacionarias en Centroamérica manifestaron incrementos a partir de 2021 para el caso de El Salvador y Honduras, alcanzando 6.1% y 5.3%, respectivamente. No obstante, en Guatemala la inflación se mantuvo en 3.1%, incluso por debajo de la registrada durante la crisis sanitaria de 2020, manteniéndose dentro de la meta de inflación (+/- 4%) planteada en su política monetaria. En 2022 se observó un mayor incremento de la inflación en los tres países, siendo el segundo cuatrimestre el que presentó los aumentos más significativos para Honduras y El Salvador. Al cierre de 2022 se registraron inflaciones de 9.8% en Honduras, 9.2% en Guatemala y 5.4% en El Salvador.
Tomando en cuenta los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de cada país, se observa que la pérdida del poder adquisitivo de la moneda en El Salvador pasó de 10.9% en 2019 a 21.7% en 2022, en Guatemala de 29.5% en 2019 a 40.2% en 2022 y en Honduras, de 70.3% en 2019 a 75.3% en 2022. Esto representó también una desvalorización de los salarios que, en poco o nada se han indexados a los efectos inflacionarios, lo que repercute en el empobrecimiento de la población que sobrevive con salarios mínimos, inferiores al costo de la canasta básica alimentaria (CBA).
Entre los bienes y servicios que se miden en el IPC se observó que, en los tres países, los alimentos y bebidas no alcohólicas presentaron las mayores tasas de inflación, llegando en 2022 a una inflación de dos dígitos, considerada teóricamente como galopante. En menor medida, el incremento de los precios del servicio de transporte también sufrió aumentos, aunque estos ya venían desde 2021. También se vieron afectados, aunque en menor medida, los bienes relacionados con artículos para el hogar y su conservación. El resto de los bienes y servicios evidenció en algunos casos incrementos de precios menos voluminosos, pero que de igual forma presentan una tendencia al alza que afecta el consumo y los ingresos de los hogares.
En Guatemala, el banco central dispuso como medida de política monetaria para contrarrestar la inflación el incremento de la tasa de interés líder, la cual pasó de 1.8% en abril de 2022 a 5.0% en abril de 2023. En Honduras, el banco central ha mantenido la tasa de interés de política monetaria en 3.0% desde noviembre de 2020, y en El Salvador, dado que su economía está dolarizada, no cuenta con una política monetaria, por lo que sus tasas de interés se determinan en función de la oferta y demanda. Para que en los siguientes meses las autoridades logren reducir el crecimiento de la inflación, harán falta esfuerzos que deben ir orientados a reducir las asimetrías de los salarios con el nivel de precios. También se debe contemplar la asistencia a los mercados internos, para fortalecer el consumo endógeno y tratar de depender en menor medida de las importaciones, especialmente de alimentos o de materias primas.
Es posible que en 2023 no se logren mejorar las condiciones inflacionarias a los niveles previos a las crisis económicas de la pandemia y de los conflictos geopolíticos, pero es responsabilidad de los gobiernos tratar de reducir sus impactos sobre la ciudadanía.
Carlos Gossmann // Economista sénior / @CarlosGossmann
Esta columna fue publicada originalmente en El Economista, disponible aquí.